Y ahora las 23.33 y las caras de las mujeres que vienen en oleadas.
Todos esos ojos que te han mirado hoy y que te han pensado, todos esos terribles reflejos, esos gemelos que no has lamido (y cómo te hubiera gustado agacharte y lamerle los gemelos, por ejemplo, a ana) y que se iban tensando
uno y dos y uno y dos y uno y dos
Qué sueño y qué cansancio.
La tristeza es una función directa del número de miradas.
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