lunes, 26 de mayo de 2008

Timidez


Hoy me daba cierta vergüenza hablar con ella. Y la he mirado con los ojos entornados, como un lobo. Sus senos grandes y duros se han ido rebotando, rayas azuleléctrico y negras.


Luego he mirado a aquella otra, me he despeinado convenientemente, he cruzado las piernas. La miraba unos segundos, luego seguía con lo mío, charlaba con alguien, reía. Y la miraba de nuevo. Sólo y exclusivamente por ver si me miraba.


He llegado y me he sacudido la polla. Al final, arrastrarme con los pantalones en los tobillos hasta el cuarto de baño. Ese sonido del semen cuando cae en el agua del inodoro. Luego el espejo.


Bernhard Riemann fue un tímido: ¿no vio que el alcohol podía salvarle?

miércoles, 7 de mayo de 2008

Dimitri y su giocondismo fallido



Se apoya la mano sobre la cabeza y se enhebran dedos y cabellos.
Se bajan ligeramente las pupilas y se concentra la mirada en un punto fijo de la lente.
Se bajan las comisuras de la boca y se absorben levemente los labios, de modo que todo atisbo de sonrisa sea físicamente imposible.
Prohibido pensar en grandes senos o en la deliciosa sensación de bajarle los pantalones a Rostropovich, que es tan tímido.
Dimitri, seguro que reirías a carcajadas frente al pelotón de fusilamiento.

martes, 29 de abril de 2008

William qué coño miras (te miran)



Y ahora las 23.33 y las caras de las mujeres que vienen en oleadas.

Todos esos ojos que te han mirado hoy y que te han pensado, todos esos terribles reflejos, esos gemelos que no has lamido (y cómo te hubiera gustado agacharte y lamerle los gemelos, por ejemplo, a ana) y que se iban tensando

uno y dos y uno y dos y uno y dos

Qué sueño y qué cansancio.

La tristeza es una función directa del número de miradas.

René en el zoo



Teoría de las catástrofes esta mañana de luz y cafeína en Madrid.
Ver pasar las mujeres con una ligera sensación de desapego, como quien ve pasar buques de guerra
o vendedores ambulantes. ¿Dónde viven los vendedores ambulantes? ¿Dónde van las mujeres de cuellos drácula, de muslos orca, de ojos faro?
Yo me siento en la terraza del bar de la esquina y los veo pasar: mujeres y vendedores ambulantes.
El café debe beberse deprisa, porque sólo de ese modo penetra en uno el desasosiego tremendo de la urgencia, del carácter perecedero de nuestras pequeñas cajitas individuales de existencia.
Miro los tobillos, elásticos, mientras enciendo un cigarrillo. No tengo tiempo. Hay que ser absolutamente veloz. Ser más rápido, desafiar a la apacible luz que hormiguea en tus muñecas, entrecerrar los ojos, olvidarse de todos aquellos paseos en una Praga nevada y perfecta.
Hay que ir corriendo al zoo.
¿Recuerdas cuando fuimos al zoo?

sábado, 26 de enero de 2008

Ay, Cesare

Pavese creó eslóganes. Se suicidó. Hubiera sido un buen generador de mercadotecnia poética.

"La muerte tiene una mirada para todos"

Hace frío y suena un piano y Madrid queda ahí fuera, replegada, lejos de mi antro de periódicos revueltos y de bolitas de polvo que se desplazan flotando de esquina a esquina cuando arrastro los pies.

Pavese. Ay, Cesare. Ay Pavese querido.

Las exnovias son como interrogantes rojos colgando de un árbol clavado en mi pecho, ahorcadas.

Se balancean levemente cuando el viento de la nostalgia agita mis bronquios. Las quemo pero rebrotan, cada vez más amargas.

qué oscura está la azotea; me gustaría pintarla con óleos. o dispararte.

soy un lametón de jirafa y la vida es paisajes. Marcar goles por la escuadra y esperar los abrazos. Eso era la vida, pegarme con Jaime, a muerte, en el recreo de las 10.15. Ser el último atrapado cuando jugábamos a pillar.

electricidad en el cielo de enero, luces tímidas en las habitaciones, fantasmas regulares que se sonríen entre sí. yo les guiño un ojo y me pregunto por qué y cómo y cuándo dejé de marcar goles por la escuadra.

Soy como un país que rechaza su propia población. Insisto en mi deseo de ser desértico.

Ya nadie inventa nombres como

súpermirafiori

Cada vez menos mujeres. Todas ya usadas. Todas ya heridas, como yo.

Las personas nuevas que conozco me parecen variaciones de otras que ya conocí. Síntoma de vejez.
buenas noches, buenas noches, el formato, ineludiblemente, condiciona el contenido.

¿Se puede morir ingiriendo acuarelas?

Te recibimos con los brazos abiertos como tijeras y una alfombra roja, Pavese.